Roxana y la inseminación intrauterina

«Por favor no me mienta, no juegue conmigo de esta manera», fue la primera reacción de Roxana Martínez Molina cuando la enfermera le dijo que estaba embarazada.

«Nada más llevo 5 años y medio esperando esta noticia», dijo. Esta vez, el resultado era positivo, la inseminación había sido exitosa.

Para que Roxana llegara hasta este momento tuvieron que pasar muchos años de estudios, un ir y venir de doctores y clínicas, altibajos emocionales, dinero invertido, 3 inseminaciones fallidas y una actitud negativa al final de la odisea, casi a punto de tirar la toalla.

Quizá la motivación que la mantenía en pie se la dio su esposo, un factor importante para continuar con la búsqueda. «Iván siempre estuvo en el mismo canal que yo. Me decía que si no se cumplía nuestro deseo de ser padres nos teníamos el uno al otro y que eso era lo más importante», recuerda.

Ella tenía un problema de ovulación y los espermatozoides de su pareja poca movilidad. Esto no lo supieron sino hasta que llegaron con una especialista que les propuso revisar a los dos.

Roxana también atribuye el logro a su cambio de actitud: «Al verme en el estado en el que me encontraba, una tía me recomendó un curso de control mental. En él me enseñaron a desprenderme de lo negativo, a cambiar los ‘no puedo’, por ‘sí puedo’ y eso yo creo, me ayudó muchísimo», considera.

Hoy Roxana está de nuevo en un proceso de inseminación, pues quiere un segundo hijo.

La inseminación intrauterina consiste en colocar una muestra de semen directamente dentro de la cavidad uterina para favorecer la fecundación, previa estimulación ovárica y capacitación de los espermatozoides.

Se usa en mujeres menores de 35 años y con trompas permeables y normales, en casos de endometriosis leve y con un semen de buena calidad y cantidad

Fuente: CNN México