Fecundación in vitroFertilidadMaternidad

Maternidad in Vitro

La Sociedad Española de Fertilidad ha organizado una jornada para promover las buenas prácticas dentro de los profesionales relacionados con las técnicas de reproducción humana asistida. Con independencia de que la reflexión llegue a buen puerto y se promueva un código deontológico o un catálogo de buenas prácticas, el trabajo generado es un paso importante para crear una cultura de la responsabilidad entre los profesionales de esta especialidad médica que ya no es ciencia ficción.

La infertilidad es un problema con múltiples dimensiones que no puede simplificarse a sus dimensiones biológicas o reproductivas. Cada vez es mayor el número de lo que técnicamente se llaman usuarios de estos servicios. Antes acudían sólo parejas con cierta estabilidad social y con problemas de fertilidad pero ahora aparecen usuarios individuales con intención de gestionar bien sus problemas de fertilidad o los problemas de los demás. Los usuarios también son donantes de óvulos que en algún momento pueden tener la categoría de clientes.

Dentro del nuevo modelo de medicina del deseo que se han instalado en las sociedades de bienestar, la fertilización ya forma parte del catálogo de servicios. Tanto es así que algunos usuarios a título individual o a título de pareja hablan de la gestación e incluso de la maternidad como un derecho. Entretanto, los responsables de la sanidad pública están siendo desbordados por la capacidad técnica, profesional y jurídica con la que están desarrollando su actividad las instituciones privadas. De hecho, se están planteando graves problemas de equidad porque las instituciones privadas que afrontan los problemas de infertilidad aplican criterios de mercado para satisfacer estos deseos.

La fertilidad es un campo seductor y atractivo para la Bioética porque con él se nos desvela el carácter todopoderoso de la técnica, las deficiencias de una regulación jurídica que baila al ritmo de los intereses partidistas y, sobre todo, las deficiencias formativas de unos ciudadanos incapaces de calcular las consecuencias éticas del modelo de sociedad con el que están siendo cómplices.

Deberíamos prestar más atención a estos servicios de fertilidad. No sólo nos jugamos el papel de los embriones que ahora están congelados o los posibles usos del material genético. Nos jugamos también el futuro de unos hijos artificiales que no siempre sabrán cómo han sido concebidos. Unos hijos que sustituirán el día de la madre por el día de la fertilidad o quizá el día de la maternidad in vitro.

Fuente: Las Provincias

Sin comentarios

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *