Los problemas de abusar de las mamografias
En España, casi todas las comunidades autónomas recomiendan una mamografía cada dos años a mujeres sanas, con edades comprendidas entre los 50 y los 69 años (aunque en algunas regiones esta horquilla se amplía desde los 45 y hasta a los 75). Un grupo de edad en el que casi nadie duda de los beneficios de la prueba, incluso admitiendo que no es la panacea. «La reducción de la mortalidad por cáncer de mama en España también es de en torno el 20% gracias a los programas de cribado», sostiene el doctor Joaquín Mosquera, vicepresidente de la Sociedad Española de Diagnóstico por Imagen de la Mama (Sedim).
Hasta 2009, en EEUU las recomendaciones incluían también en el screening a las mujeres de 40 a 50 años, unas edades en las que la mama todavía es muy densa y el tipo de tejido no permite una imagen clara en la mamografía. A partir de aquella fecha, y después de varios estudios en la misma línea del que ahora se publica, el llamado Services Task Force aumentó a los 50 la edad ideal de inicio, aunque muchas mujeres de 40 a 50 años -también en España- siguen recibiendo la recomendación de que se hagan una mamografía anual, pese a que su riesgo de tener un diagnóstico falsamente positivo es de más del 60% (según datos del propio JAMA). A partir de los 70, los beneficios de la prueba también disminuyen por la propia esperanza de vida de estas mujeres y porque los tumores que se diagnostican a esas edades tienen un comportamiento muy lento.
Cada vez son más los estudios que ponen sobre la mesa el precio que hay que pagar para tratar de diagnosticar a tiempo tumores de mama en mujeres sanas, asintomáticas (sin un perfil de riesgo especial por sus antecedentes familiares). Un nuevo y amplio análisis publicado esta semana en la revista JAMA vuelve a traer a primera plana el balance entre los riesgos (sobrediagnóstico, falsos positivos…) y beneficios (reducción de mortalidad, detección de tumores más pequeños…) de esta prueba.
El trabajo, que repasa todos los estudios sobre el tema publicados en la literatura médica entre 1960 y 2014, calcula que la reducción de la mortalidad por cáncer de mama atribuible a la prueba es del 18%, un porcentaje que se reduce al 15% en aquéllas de 40 años, pero que crece hasta el 60% en las de 60.
Todos los especialistas consultados para este reportaje admiten que es difícil saber cuántas mujeres sanas en España se hacen una mamografía antes de los 50 en la medicina privada, aunque como destaca el doctor Martín, hay algunos estudios que demuestran que en las comunidades con mayor peso de la sanidad privada, la tasa de participación en los programas públicos es más baja (en EEUU la mamografía es un mercado que mueve 8.000 millones de dólares al año). «La clase médica tiene cierta culpa medicalizando a la mujer», reconoce, «claro que si tu ginecólogo te recomienda la prueba a los 40, tú te la vas a hacer. Pero la mujer debe saber que la mamografía no es infalible y por debajo de los 50 años da muchos problemas».
Una idea en la que coincide Nieves Ascunce, directora del Programa de Detección Precoz del Cáncer en Navarra (la primera comunidad en la que se implantaron los programas poblacionales de mamografía). «Quizás es cierto que desde los propios programas públicos hemos sido los más reacios a adelantar el test a los 40 años y a hacerlo cada año en lugar de cada dos años. Pero no creo que sea simplemente una cuestión de sanidad pública-privada, sino de que la población en general tiene un concepto del beneficio del cribado mayor de lo que es y a menudo no se abordan con la mujer los posibles riesgos».
Una de esas pegas es el sobrediagnóstico. «Es probable que con esta prueba se identifiquen tumores que son caracterizados y tratados como malignos, pero que nunca hubiesen dado la cara clínicamente», admite el doctor Miguel Martín, presidente del Grupo Español de Investigación en Cáncer de Mama (Geicam). «Es obvio que ese problema existe, pero es difícil saber con qué frecuencia (algunos estudios hablan del 25%-30%) y tampoco tenemos herramientas aún para saber cuáles van a progresar y cuáles no».
Según los datos de los programas europeos de cribado (que llaman a las mujeres en cuanto cumplen los 50), «por cada 1.000 mujeres que se hagan una mamografía cada dos años, diagnosticaremos 71 tumores de mama, evitaremos entre siete y nueve muertes, pero tendremos 200 falsos positivos y cuatro tumores de más», apunta Ascunce en cifras. El trabajo de JAMA destaca que el 20% de los tumores diagnosticados por mamografía entre los 40 y los 50 años nunca habrían progresado de no haber sido descubiertos y más de la mitad de las mujeres habría tenido un falso positivo que obligó a hacerle nuevas pruebas (en un 20% de los casos incluso una biopsia).
En la misma línea que un editorial en la revista JAMA, Ascunce y Martín apuntan a que el futuro de la investigación deberá tratar de determinar mejor qué tumores de los que se ven en la mamografía necesitan tratamiento porque van a evolucionar hacia una enfermedad más agresiva y cuáles pueden dejarse sin intervenir.
Aunque el mensaje puede parecer contradictorio con lo que se ha venido repitiendo desde hace años, todos los especialistas coinciden en que el diagnóstico precoz del cáncer de mama es clave para reducir la mortalidad de la enfermedad y lograr tratamientos menos agresivos para las mujeres. La mamografía, con sus ‘peros’, sigue siendo recomendable en las mujeres de 50 y 69 años, aunque la mejora de la técnica y la formación de los especialistas debe ayudar a reducir aún más sus efectos indeseables en el futuro.
Todo este debate se refiere siempre a mujeres sanas y sin un perfil de riesgo especial, por sus antecedentes familiares. Además, como destaca Martín, cualquier mujer que se detecte un bulto o anomalía en el pecho debe acudir al médico para que le realicen una mamografía o ecografía que permita descartar un diagnóstico de cáncer.
fuente: www.elmundo.com
Sin comentarios