El modo de vida actual genera angustia y aleja de la maternidad
Los problemas reproductivos no sólo se asocian a lo biológico, también pueden estar relacionados con la angustia y el modo de vida actual. A partir de una investigación, el psicoanalista Diógenes Taboada descubrió un fenómeno inédito que tiene incidencia directa en la esterilidad: un nuevo tipo de angustia gestado a partir del modo de vida actual que afecta al cuerpo.
“La vida pública dominada básicamente por la competencia generalizada y la promoción del éxito personal, ha cambiado la situación de las mujeres. Los conflictos propios de la competencia, la sensación de falta de cumplimiento ante demasiadas exigencias, la incertidumbre laboral, los sentimientos de soledad, constituyen una muestra de las situaciones actuales que generan angustia”, dice Taboada.
El psicoanalista realizó una investigación acerca de las nuevas angustias femeninas y los trastornos reproductivos, en 250 mujeres de entre 25 y 42 años con dificultades para concebir.
“A partir del estudio descubrió que un nuevo tipo de angustia gestada a partir del estilo de vida determina modificaciones en la síntesis, metabolismo, captación y recaptación de hormonas y neurotransmisores”, explica.
Mujeres en edad fértil. Estudió a mujeres en edad fértil, carentes de hallazgos clínicos que justifiquen su esterilidad y con compañeros sanos. En medicina reproductiva a esta problemática, que es médicamente inexplicable, se la denomina esterilidad sin causa aparente. Comenzó con esta tarea en el 2003, en el marco del Centro de Investigación de la Concepción y el Embarazo en Rosario (Cicoe), en el que participaban profesionales de distintas disciplinas entre los que se encontraban el obstetra Hugo Páez y el ginecólogo Miguel Marún.
El Cicoe trabajaba el tema de la concepción y el embarazo de manera interdisciplinaria. En la consulta médica intervenían el obstetra y el ginecólogo, conjuntamente con el psicoanalista. A partir de estas entrevistas, Taboada pudo identificar la presencia de una angustia no manifestada de manera directa y descubierta a partir de los intersticios que dejaban los relatos referidos al cuerpo.
“La vida pública dominada básicamente por la competencia generalizada ha cambiado la situación de las mujeres. Una realidad que ha entrado también al seno de la pareja, donde observamos comportamientos marcados por la tensión vincular, la rivalidad, el alejamiento ante el otro sexo y la caída del erotismo”, dice.
Nuevos dilemas. En este escenario de realidades nuevas y complejas, la mujer se confronta a nuevos dilemas referidos tanto a su femeneidad y a la maternidad. El profesional observa que las significaciones sociales, especialmente referidas al ordenamiento de las relaciones entre los sexos, han mutado.
“Hoy existe una mayor uniformidad entre hombres y mujeres, donde la paridad en las conquistas fálicas desplegadas en el espacio público han contribuido a ello”, agrega.
Hay una cita de Milan Kundera, novelista checo, que cita Taboada, donde da cuenta del malestar actual entre los sexos: “Los hombres insisten en una mujer que ya no existe y las mujeres andan en busca de un hombre que no ha nacido todavía”, dice Kundera.
“Esta clara síntesis refleja la necesidad esforzada que tienen hombres y mujeres de reinventar diferencias entre ambos”, piensa el psicoanalista.
Vínculos frágiles. En nuestros días los modelos y mitos que sostienen el amor han perdido consistencia. De ahí la fragilidad de los vínculos amorosos. Este déficit, dice, afecta a la mujer porque el amor, esencialmente femenino, da sustancia y sostén subjetivo a su ser.
Cuando dicho sentimiento se ausenta o precariza, emerge cierto vacío estructural que se traduce en angustia. Respecto a la futura maternidad, el amor juega lo suyo porque opera como soporte vital al permitir imaginar el hijo deseado, sosteniendo así el movimiento que el deseo de hijo provoca.
Como conclusiones del estudio, el profesional dice que a partir del trabajo ha podido precisar la incidencia directa de la angustia en la fertilidad femenina. Los dos mecanismos descubiertos que a su entender operan en la esterilidad sin causa orgánica conocida, son: la inhibición neuro-hormonal manifestada en la disminución o caída de la función reproductora, inhibición que indica la presencia de angustia; y el síntoma corporal como respuesta a un aumento de tensión provocado por el conflicto entre el fuerte anhelo de tener un hijo y el peligro incosciente a que dicho anhelo se plasme en un embarazo. “El conflicto produce angustia que termina comprometiendo al cuerpo a través de los síntomas orgánicos”, agrega.
Ante la imposibilidad de acceder de manera directa tanto a la inhibición neuro-hormonal como al síntoma corporal, el psicoanalista escucha los relatos de las mujeres para poder enunciar el deseo de hijo y acceder al problema generador de la angustia, desactivando la somatización. “Este ha sido el recorrido psicoterapéutico empleado para liberar las somatizaciones fabricadas por la angustia, recuperando el cuerpo su dimensión bio-erógena. De esta manera el cuerpo vuelve a estar en sintonía con el movimiento neuro-hormonal que el deseo promueve. Este escenario sería el más propicio para que acontezca el embarazo”, concluye el profesional.
Fuente: LaCapital.com.ar
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