El crédito bebé rompe el tabú de la infertilidad en Oriente Próximo
«En Oriente Próximo suele decirse que un hombre que no puede tener hijos no es un hombre. Nosotros vamos a abrir el mercado de la fertilidad a todos y también vamos a abrir la mentalidad de todos».
Cuando el autor de esta frase, el jefe de Marketing del First National Bank (FNB) en el Líbano, Mazer Mezhen, lanzó el primer ‘crédito bebé’ del mundo a mediados de agosto, muchos temieron que la enorme inversión publicitaria que rodea el ambicioso proyecto se saldara en un sonoro fiasco.
A fin de cuentas, nadie en Oriente Próximo habla abiertamente de infertilidad, uno de los tabúes de la sociedad árabe tradicional, donde resulta casi avergonzante admitir problemas en la concepción.
Muchos le instaron a revocar su proyecto mientras los canales religiosos de televisión criticaban la ‘inmoralidad’ del banco que osa ofrecer préstamos para pagar tratamientos de fertilidad. Y sin embargo, cuanto más se escandalizaban los conservadores, más llamadas se atendían en el centro de información habilitado en el FLB. «Si con otros créditos apenas tenemos 20 ó 25 llamadas, ese número aumentó a 260 en un solo día», explica Mezher con un orgullo paternal. «Ahora la cifra se ha estabilizado en unas 140 llamadas y ya hemos concedido casi un centenar de créditos, pero a medida que sigue haciendo efecto nuestra campaña tenemos más y más demanda».
Con su valiente y comercial idea, el FNB libanés está consiguiendo acabar con uno de los tópicos más arraigados de la región: el silencio que rodea a los problemas de fertilidad. Si esta década ha generalizado la presencia de clínicas especializadas en Oriente Próximo, gracias a ideas como ésta la próxima década puede marcar el final de un prejuicio y la generalización de una práctica que permite cumplir el sueño de ser padre.
«El primer objetivo de la campaña era dar que hablar, el segundo hacer algo humanitario a largo plazo, más allá de donaciones, y el tercero romper el tabú. Nadie pide un crédito para un tratamiento de fertilidad, pero sí para comprar un coche o un ordenador o matricular al niño en un colegio privado», continúa Mezher, al tiempo que muestra la publicidad lanzada en todo el país mediante prensa, radio y televisión.
Influencia de la violencia
La idea surgió tras la guerra de 2006, cuando Mezher, que imparte clases de Marketing en la Universidad beirutí de Saint Joseph, realizó un estudio de mercado sobre el impacto de los bombardeos israelíes en el consumo. Del resultado de las 600 encuestas reparó en algo. «El 18,7% de los libaneses no pueden tener hijos sin ayuda por varios factores, entre ellos el estrés postraumático» producido por 25 años de guerras e inestabilidad, lo que según Mezher convierte a los libaneses en los menos fértiles de Oriente Próximo.
El reputado obstetra Ziad Masaad, experto en medicina reproductiva y director de la Clínica Libanesa de Fertilidad, una de las más importantes del país de los Cedros, no coincide con ese análisis. «Muchos estudios han intentado demostrarlo, pero cuando se leen con detenimiento se descubre que apenas tienen fundamento», rebate desde su oficina de Sodeco, en el sector cristiano de Beirut. «Mi propia experiencia dice lo contrario: durante la guerra civil teníamos francotiradores en los tejados y sufríamos bombardeos con frecuencia, pero no he notado menos fertilidad entre mis amigos y vecinos de entonces».
Massaad defiende que la medicina reproductiva está tan avanzada en Oriente Próximo como en Europa, si bien se generalizó años más tarde y el tabú sigue inhibiendo a muchos de sus potenciales clientes.
No se trata de reparos religiosos: el Islam acepta todo tratamiento de fertilidad en el seno del matrimonio, incluida la fecundación ‘in vitro’ (FIV), a diferencia de la Iglesia Católica, que no admite este tratamiento por considerar que «altera la voluntad de Dios». De ahí que las clínicas de fertilidad se hayan multiplicado en Oriente Próximo: en el pequeño estado libanés hay 15, en Siria más de 25, en Egipto hay 16, en Arabia Saudí 15, en Irán existen al menos cinco, en Emiratos siete y en Kuwait tres. A ellas hay que sumar las clínicas ilegales, también numerosas.
Reparos cristianos
Mientras los musulmanes admiten toda solución a la infertilidad salvo la donación de óvulos, esperma o el útero de alquiler –tampoco son financiados por el crédito del FNB, dado que según Mezher es «inaceptable éticamente»-, los cristianos de la región ven con muy malos ojos la FIV.
«Un conocido párroco está pidiendo en su sermón de los domingos a sus fieles que retiren ahorros del FNB porque animamos al pecado», explica con cierto reparo Mezher, para aclarar acto seguido que él es un respetuoso cristiano.
«Y sin embargo, tengo muchos sacerdotes casados entre mis pacientes», comenta el doctor Massaad, convencido de que el tabú no es religioso sino social. «Existe sobre todo en provincias, pero poco a poco se va rompiendo gracias a los aldeanos que, cada vez con más frecuencia, viajan a la ciudad y constatan la normalidad con la que se aborda la cuestión».
Sólo la clínica de Massaad atiende a diario entre 15 y 20 parejas con problemas reproductivos. Cada semana se realizan 25 fecundaciones ‘in vitro’, «mitad a musulmanes y mitad a cristianos», accede el doctor, una intervención que cuesta unos 2.000 dólares.
El préstamo que ofrece el FNB deja la intervención al alcance de cualquiera, y no sólo eso: es posible pedir entre 500 y 7.000 dólares de crédito –el máximo implica tres intentos de fecundación ‘in vitro’- que no tienen por qué ser destinados exclusivamente a la concepción. También se financia, si se desea, la atención médica durante el embarazo, el parto, la conservación de células madre e incluso los gastos derivados del nacimiento del bebé, como la instalación de un cuarto para el recién llegado y los «accesorios» básicos, según Mezher.
Para el doctor Massaad, el ‘crédito de la fertilidad’ se trata de una simple estrategia comercial. «Cualquiera puede ir a un banco y pedir un préstamo sin explicar en qué va a destinar el dinero. El FNB sólo pretende llamar la atención», denuncia. Desde la entidad bancaria, eso no se pone en duda aunque sí se insiste en la relevancia social de semejante iniciativa. Al fin y al cabo, el banco se está especializando en créditos de alta rentabilidad publicitaria, como el que ya presentó en 2006 bajo el lema «la belleza ya no es un lujo». Se trataba del préstamo de cirugía estética, que puso la rinoplastia, el aumento de senos y la liposucción al alcance de cualquiera con un sueldo mínimo. El éxito fue notable, como ya lo está siendo el del ‘crédito bebé’.
Fuente: Mónica G. Prieto / El Mundo
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