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11 curiosidades mas, por si aun no has encontrado la tuya

Si aun no has encontrado tu curiosidad en el embarazo, aquí tienes 11 mas. ¡Seguro que te ves identificada con alguna de ellas!

Aumentan las ganas de orinar. Las embarazadas visitan mucho más el baño para orinar. El incremento de la sangre circulante (un litro y medio más) obliga a los riñones a trabajar más, procesando más líquido que va a parar a la vejiga. En el tercer trimestre también influye el aumento de tamaño del útero, que presiona la vejiga, aumentando la necesidad de orinar incluso de noche (nocturia).

 

Está muy somnolienta. En el primer trimestre del embarazo, muchas mujeres muestran una somnolencia excesiva, que les lleva a dormir más. Es efecto de las hormonas y de las adaptaciones del cuerpo a las transformaciones que ocurren en su interior. Se crea un nuevo órgano: la placenta y otros como el corazón y los riñones deben trabajar más. Así, el cuerpo «obliga» a la mujer a descansar.

 

Se incrementa la salivación. Especialmente en el primer trimestre del embarazo, la mujer padece hipersalivación o sialorrea. Se produce por el mismo mecanismo hormonal que causa las náuseas y los vómitos, y puede estar asociada a ellos. Esta saliva tiene un pH más ácido, por lo que puede provocar la aparición de caries durante la gestación.

 

Las encías se inflaman. Los cambios hormonales del embarazo pueden provocar inflamación de las encías (gingivitis). Sucede porque el cuerpo no responde igual ante la placa dental y por el incremento de flujo sanguíneo hacia las encías. La gingivitis puede derivar en periodontitis, una enfermedad oral que supone un factor de riesgo para tener un parto prematuro.

 

Los pechos se oscurecen. Durante el embarazo, el pezón y la areola se oscurecen. Esta hiperpigmentación se origina por el incremento de la hormona melanoestimulante, que depende de la progesterona, cuyos niveles aumentan considerablemente en el embarazo. Se dice que es un truco de la naturaleza para que el recién nacido fije su visión en el seno materno para facilitar el amamantamiento

 

Se puede segregar leche. La embarazada puede segregar calostro (la primera leche). Las mamas se preparan desde el inicio del embarazo para la lactancia. Aumentan de tamaño y, por dentro, comienzan a generar calostro, que sale al exterior en algunas gestantes. Además, hacia el sexto mes, se hacen evidentes en el pecho los tubérculos de Montgomery, unas glándulas sebáceas que protegerán al pezón.

 

Hay más despistes. La embarazada se muestra más torpe desde el punto de vista motor, por el aumento de peso y volumen y por la relajación de las articulaciones. Además, está mas desconcentrada, olvidadiza… lo que algunos estudios han achacado a una alteración pasajera de la función cognitiva debido a la modificación del intercambio bioquímico neuronal.

 

Sensibilidad emocional extrema. Las hormonas del embarazo (estrógenos y progesterona) inciden directamente sobre la parte emocional de la mujer, provocando que esté mucho más sensible. Además se produce una labilidad emocional (cambios frecuentes de humor), que desaparece tras dar a luz.

 

La pareja puede sufrir el síndrome de la covacha. Náuseas, vómitos, mareos, somnolencia excesiva… son algunos de los síntomas que puede sufrir el hombre cuya mujer esté embarazada. El síndrome de la covacha surge por una identificación extrema del hombre hacia el proceso que está viviendo su pareja. Según algunas fuentes, puede afectar hasta al 10% de los varones.

 

El síndrome del nido anuncia el parto. Unos días antes del parto, la gestante puede sentirse plena de energía y con una necesidad irrefrenable de hacer tareas domésticas: cocinar, ordenar, limpiar… Se denomina «síndrome del nido» e imita el comportamiento de otras especies animales de preparar el hogar para el recién nacido.

 

El apego surge por una hormona. El amor maternal que siente la madre ante su recién nacido está condicionado también por una hormona, la oxitocina. Esta hormona interviene en procesos físicos como las contracciones y el reflejo de salida de la leche, pero, a la vez, se la considera la «hormona del amor», pues facilita el apego entre madre e hijo.

Fuente:http:onmeda.es

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